miércoles, 25 de septiembre de 2013

EL juego: catarsis de la infancia


Hace tantos años que fui pequeña que no recuerdo ningún juguete en especial; pero sí viene a mi recuerdo la pasión que sentía por las muñecas. Mi infancia se desarrolla por los años setenta y por aquellos tiempos la sociedad era más machista que en la actualidad. Las niñas jugábamos a cosas de niñas y yo como buena niña también lo hacía.

Me encantaba vestirlas, desnudarlas, peinarlas y cuidar de ellas; pero entre mimos y dedicación también les hacia alguna que otra faena. Recuerdo que les cortaba el pelo, no eran estilismos normales, no, yo no me iba a conformar con un cambio de estilo convencional y las rapaba casi al cero. Pobrecitas quedaban feísimas. Era parte del juego. En una ocasión, operé a una de ellas, sí, sí,  el quirófano fue improvisado, la lamparilla de la mesita de noche. Muy mala suerte tuvo la pobrecita ya que  cuando entró en la sala de operaciones, rozó su pierna con la bombilla incandescente de la lámpara y se quemó. Quedó así para los restos.

Supongo que algo pasaría por mi mente para hacer estas trastadas. Para Freud el juego sirve de catarsis. La verdad es que siempre me gustó mucho experimentar y todo lo que caía en mis manos corría serio peligro. Formaba parte del juego.

Los juegos y los juguetes de la infancia han sido y serán una necesidad universal y atemporal, por lo  que las maestras y los maestros de infantil  no podemos olvidarnos  de este  aspecto y debemos dar  repuestas a esta necesidad de nuestros alumnos como a cualquier otra.

Espero que vosotr@s también hayais podido desahogaros con vuestros juegos. De eso se trata.

Maica

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