Cuando
se nos planteó este tema en clase comencé a pensar los diferentes juguetes y
juegos que marcaron mi infancia, me vienen a la cabeza tantísimas anécdotas
para contar, que es difícil seleccionar solo una, por lo que voy a intentar
contaros brevemente un poquito de los más importantes para mí.
Mi
madre siempre me cuenta que con cuatro o cinco años me encantaba jugar al
famoso juego del ¿Quién es quién?, que consistía en adivinar la identidad de
los personajes del contrincante. Cuando los amigos de mi hermano (cuatro años
mayores que yo) venían a casa jugaba con ellos y siempre les ganaba, me
encantaba.
Pero
sin duda mi pasión eran los clics, también conocidos como playmobils. Montaba
toda la familia, los “adultos” eran mis padres, mis tíos, mis abuelos… y los
“pequeños” éramos mis primos, mi hermano y yo. Yo tenía mis muñecas pero cuando
mi hermano sacaba la goleta o la isla del tesoro me volvía loca, podía pasarme
horas escondiendo el tesoro en las cuevas secretas de la isla. También le
quitaba los coches de colección, montaba a los muñecos y paseaba a los clics
subidos en los cochazos.
Otra de mis pasiones era la peluquería. Lo de querer ser maestra vino a los 9 o 10 años, pero hasta entonces tenía clarísimo que quería ser peluquera. Todos mis muñecos y barbies tenían la cabeza llena de trasquilones. Les hacía una sesión completa de peluquería, lavar, cortar y peinar. ¿Os podéis imaginar cómo estaban todas? Dignas de ver. Tenía un maletín con todo tipo de peines, rulos y hasta un secador que funcionaba a pilas. Pero lo mejor de todo era cuando veía a una de mis tías, la única que me dejaba. Siempre llevaba una goma del pelo en la muñeca y yo me tiraba horas tocándole el pelo y haciéndole peinados.
Creo
que no puedo tener queja de mi infancia respecto al juego, no tenía problema,
lo mismo jugaba a las muñecas, que me ponía con mi hermano a jugar al
“scalextric”. Pero sin duda los que más marcaron mi infancia son los que os he
contado.
Nunca
se le debe privar a un niño de jugar a lo que le guste, el sexismo en el juego
es algo que nunca entenderé. El juego es un derecho fundamental en la infancia
además de un elemento indispensable de aprendizaje, y privándolos de elegir a
que jugar les perjudicamos.
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