sábado, 21 de septiembre de 2013

No hay arcoiris sin color, ni infancia sin juego

Cuando el profesor nos propuso realizar esta práctica, enseguida me vino a la mente mi juguete preferido, con el que he compartido horas y horas de mi infancia.

Cuando tenía aproximadamente 6 años, "Papá Noel", ese hombre grandullón que cumple los sueños de los más pequeños, me regaló lo que tanto había deseado, mi baby born. Aún recuerdo con cariño la incertidumbre que sentía al no saber si a Papá Noel le habría llegado mi carta y me habría traído el regalo que con tanto cariño esperaba. Llegó el gran momento...rompí el papel de regalo y ¡allí estaba ella!




Me llama la atención que, a pesar de que siempre he tenido muchas muñecas, sentía una admiración especial hacia ella. Era una muñeca que realizaba todas las funciones de los bebés: de sus ojos desprendían lágrimas, podías prepararle papillas para darle de comer, podías darle agua con su biberón y cambiarle su pañal cuando hacía sus necesidades ¡Me sentía una mamá de verdad!

Si os apetece conocerla un poco más, podéis ver el vídeo que adjunto a continuación:



Poco a poco me fueron regalando todos los complementos, pues yo sólo pedía accesorios para mi bebé: el carrito de paseo, un armario de ropa, accesorios para darle de comer, ropa, una bañera...mi habitación estaba perfectamente acondicionada para que a mi bebé no le faltase nada.



Mis padres me han contado que, todas las noches, ponía su cuna al lado de mi cama, la tapaba y le daba besos antes de dormir.

Lo que más me gustaba era cuando llegaba verano, pues siempre nos íbamos en un convertible de camping. Unos días antes, preparaba una bolsa con todo lo necesario para que mi bebé pudiese viajar con nosotros. ¡Estaba segura de que a ella también le gustaba viajar! El momento más especial de todo el viaje era cuando llegábamos al porche del convertible y mi hermana y yo nos poníamos a preparar la comida a nuestros bebés, los bañábamos en barreños y pasábamos varias horas jugando sin parar.

Os comparto una fotografía en uno de nuestros viajes, como siempre acompañada de mi bebé, que en ese momento estaba durmiendo debajo de la mesa para que no tuviese frío.


Después de casi 20 años, sigo teniendo un rincón en mi habitación para ella. Siempre he dicho que la conservaré con todo el cariño del mundo para poderles contar a mis hijos (el día que sea mamá) que gracias a ella aprendí a cambiar mis primeros pañales, dar los primeros biberones y sentir la felicidad al ser mamá.

Según los expertos, el juego simbólico permite a los niños manifestar sus experiencias previas y sus emociones. Pienso que ese amor que sentía al cuidar a mi bebé era una pequeña señal de mi pasión por los niños.

Para terminar, me gustaría compartir con vosotros dos recursos que me encantan y que se relacionan estrechamente con la infancia y el juego:
En primer lugar, una frase "Si quieres trabajadores creativos, dales tiempo suficiente para jugar" y, en segundo lugar, la canción de "Aquellos años locos" de El canto del loco.


¡Un saludo compañer@s!



2 comentarios:

  1. Estupenda entrada Natalia. Si tengo que ponerle un pero es que es un claro ejemplo de juguete sexista. No quiero decir que no se utilice, pero deberíamos fomentar tanto el uso por niños como por niñas para no seguir fomentando las diferencias entre las mujeres y los hombres desde la más tierna infancia.

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  2. ¡Tienes toda la razón! Cuando sea profe tengo muy claro que mis niños y niñas disfrutarán jugando con muñecos, camiones, cocinitas, herramientas...yo estaré allí para intentar que así sea :)

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