Hola a todos.
He escogido este cuento porque resalta cualidades como la generosidad y la solidaridad, frente a grandes defectos como la avaricia. Espero que os guste.
EL ESPANTAPÁJAROS
Un labrador muy avaro se pasaba el día ojeando su huerto
para que nadie, ni animales ni personas, lo tocaran.
Por fin decidió construir un espantapájaros. Hizo los brazos
y las piernas con cañas; con paja, el cuerpo; le puso una calabaza como cabeza
y en ella, dos granos de maíz para los ojos, una fresca zanahoria como nariz y
una hilera de granos de trigo eran su dentadura.
Después le colocó una ropa poco atractiva y la hincó en
tierra. Finalmente, el labrador se dio cuenta de que le faltaba un corazón;
entonces cogió una rica granada y se a puso en el pecho.
Al poco tato, un gorrión necesitado sobrevolaba muy bajito
para buscar trigo en el huerto. El espantapájaros trató e ahuyentarlo, pero el pájaro se acercó
y dijo:
-
¡Qué buen trigo tienes. Dame algo para mis
hijos!
- No es posible -dijo el espantapájaros-. Sin embargo,
sí si puedes llevarte uno de mis dientes.
El gorrión,
contento, recogió los granos de trigo y el espantapájaros quedó satisfecho de
su acción, aunque sin dientes.
A los pocos días
entró en el huerto un conejo. El espantapájaros quiso cumplir con su deber de
ahuyentarlo, pero el conejo, fijando su mirada, dijo:
-
Quiero una zanahoria, tengo hambre.
Y el
espantapájaros le ofreció la zanahoria de su nariz.
Una mañana
apareció un gallo, lanzando al aire su alegre quiquiriquí y le dijo:
Voy a prohibir a la gallina que
alimente con sus huevos el estomago y la avaricia del amo, ya que él les da muy
poco de comer.
No le pareció bien al espantapájaros
la decisión del gallo y mandó que cogiera sus ojos formados por granos de maíz.
Más tarde, el espantapájaros oyó una
voz humana que le contaba tristemente cómo el labrador lo había despedido.
-
Soy un vagabundo –le dijo.
-
Coge mi vestido, es lo único que puedo
ofrecerte.
-
¡Oh, gracias, espantapájaros!
Ese mismo día, un
poco más tarde, oyó llorar a un niño que buscaba comida para su madre. El dueño
de la huerta lo había echado de su casa, sin ayudarle.
-
Hermano –exclamó el espantapájaros-, te doy mi
cabeza que es una hermosa calabaza.
Al amanecer, el
labrador fue al huerto y, cuando vio el estado en que había quedado el
espantapájaros, se enfadó tanto que le prendió fuego. Por fin cayó al suelo su
corazón de granada. El labrador, riéndose, dijo: esto me lo como yo. Pero al
morder experimentó un cambio. Y desde aquel momento, el huerto se convirtió en
un vergel donde todos podrían recrearse con la armoniosa nota del calor humano.
Parece un libro muy interesante y que tiene muchos valores para trabajar en infantil. Me ha gustado el libro que has elegido. Gracias.
ResponderEliminarGuapa me ha encantado este cuento. Considero que es un cuento repleto de valores. Muy muy interesante. ¡Muchas gracias por compartirlo!
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